Perpetuo e insaciable,
el deseo de tu aroma
se instaló en el núcleo de mi margen.
Hasta la demencia mis labios
extrañan tu humedad,
el roce de tu superficie en mi boca.
Recuerdo la tibieza de tu esencia
urdirse deseosa a mi contorno.
Mis brazos demandando tu volumen.
Mi pecho añora tus afinados pezones canela
pinchando tierno regocijo,
delirio violeta y terciopelo.
Deseo hasta la demencia pintar
tu desnudes con mis ojos,
esculpir tu vientre con el vértice de mis dedos
y mi boca.
Deseo indagar sediento tu inundado
epicentro selvático.
Perderme en tus morenos huertos despeinados.
Recordar noches soleadas con nuestras pieles
incorporadas entre si,
nuestros alientos diluidos
en pasional tormenta.
Aspiro a recrear tu constante sollozo de placer.
Necesito posar mi alma sutil
en tu rostro arrobado de gozo.
Largas tardes perezosas
de cálida compañía silenciosa.
Caminatas sosegadas y serenas,
amorosas manos tramadas.
Espíritus abrazados,
ceñidos,
abarcados,
flotando libres entre el aliento del bosque.....
José Luis Mendoza Aubert
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