Anoche sembré una tímida caricia en tu piel...
Mis labios atareados vagaron por las llanuras de tu espacio
intoxicados por tu aroma;
Desbocaron la imagen de dos cuerpos desnudos
entremezclados,
entretejidos,
incorporados uno en el otro...
Un fulminante deseo arropó mis fantasías;
Piernas-brazos anudados en mi cuello.
Un estrujante anhelo me arrojó de bruces a tu cálido vientre
que atrapo mi deseo con su perfume.
Los acordes de tu jadeo
aun me persiguen tercos
me cercan y me estrujan...
Y la necesidad de tu voz y tu cercanía
finca un abismo en el centro de mi pecho,
llenando de nerviosas avecillas sin sosiego
mi anhelante interior....
Perezosos los minutos se demoran en el éter.
Se detiene la imagen de tu sonrisa
llenando completamente mi vacío...
José Luis Mendoza Aubert
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