El sábado sin permiso, me asalta recurrente.
Su sabor me toma de la garganta
y corta mi suspiro.
Una vez llega no se donde colocarlo,
arrebata mi mente, mi sueño
expande mi corazón.
El sábado, clandestino, se cuela en mi rodaje.
Las imágenes,
exquisitamente salvajes,
atropellan mi deseo,
detienen mi vida.
Vestidor paraíso,
no me deja ni se calla,
ni se va,
ni se detiene,
ni quiero.
El sábado, encubierto me transporta sigiloso.
Su agreste belleza,
me estruja de placer.
Furtiva tibieza; piernas en abanico,
contiene la mas pura pasión,
el mas delicado hechizo.
Sábado, camerino y tu;
trinomio ilícitamente deseado.
El perfume de tu nucleo estrangula mis sentidos todavía,
tu rostro y sus sollozos
cantata perfecta.
Tus ojos cerrados,
abiertos al firmamento.
Espejos honrados con imágenes
fugazmente eternas,
mudos atestiguantes de la mas sublime entrega.
Instante propio y personal,
deseo que implora su trascendencia,
que pide su regreso.
Sábado delicado, intenso,
purpuramente esperado.
Aleacion de dos pasiones
en un solo cuerpo.
amalgama de dos cuerpos,
una sola pasión.
Sábado, regresa,
estrujarme hasta el desatino y el delirio.
Reúne a estas dos almas,
a estos dos cuerpos,
nuevamente,
en un solo gemido,
en un solo estertor.
José Luis Mendoza Aubert
No hay comentarios.:
Publicar un comentario